El origen de esta nueva raza está en Australia, a inicios de los 80, cuando Wally Conrad, gerente de cría de la “Royal Guidedog Association of Australia” recibió una demanda de una persona invidente que necesitaba un perro guía que fuera compatible con la alergia de su marido. Fue entonces cuando, por primera vez, un Poodle se cruzó con un Labrador, llamando a los descendientes con el nombre de Labradoodles.
Desde este momento, otros criadores apasionados con esta nueva raza continuaron el trabajo, seleccionando los mejores ejemplares y modificando la contribución de diferentes razas a los Labradoodles, hasta conseguir el estándar de perro que estaban buscando, una raza ideal como animal de compañía, y sobre todo como animal de terapia y asistencia.
Así, tras todo este trabajo, las características principales que convierten a los Labradoodles en fantásticos animales de compañía, terapia y asistencia son:
Antes de nada, que no te engañen!
El auténtico Labradoodle Australiano es aquel, que registrado en la Asociación Mundial del Labradoodle Australiano (WALA), recibe el pedigree generado por esta asociación; garantizando, por lo tanto, la originalidad de la raza, el control –en cuanto a la eliminación de enfermedades genéticas- de las líneas de sangre de las que proviene, y la integridad ética y profesional de su criador.
El Labradoodle Australiano es una nueva raza que aúna en un perro todas las potencialidades de un Labrador: ser fiel, amigable, inteligente, curioso y noble, con lo mejor de los Poodle: su inteligencia, su alegría y fidelidad, su variabilidad de tallas y, muy especialmente, el no perder pelo.